¡Hola! En este post os hablo de la segunda parada de nuestro viaje a Croacia: la bellísima Split, donde hicimos base durante cinco días para visitar también la isla de Brac y el Parque Nacional Krka.
Después de dos fantásticos días en Dubrovnik, pusimos rumbo a este rincón de la costa Dálmata. Lo hicimos en autobús, un trayecto que duró unas cinco horas pero que no se nos hizo nada pesado. El recorrido fue muy agradable ya que, al bordear la costa, pudimos disfrutar de unas impresionantes vistas del mar Adriático. Compramos los billetes por unos 18 euros por persona en la web de Getbybus y nuestra compañía fue Croacia Bus. Recomendable sentarse en el lado izquierdo del bus para poder ver las vistas del mar.
Al bajar en la estación de autobuses nos dimos cuenta de que Split no era menos que Dubrovnik: ¡había muchísima gente! Claramente Croacia está de moda y se ha convertido en un destino muy turístico en los meses de verano. Fuimos caminando, maletas en mano, hasta nuestro apartamento. Estaba muy bien ubicado y lo reservamos a través de Booking, pero no está disponible actualmente.
Día 1 en Split – Descansando y vuelta de reconocimiento
Una vez instalados en nuestro apartamento, comimos algo rápido y descansamos unas horas. ¡El madrugón y el viaje nos tenía exhaustos! Ya con las pilas cargadas, nos dispusimos a conocer esta ciudad de la que tanto habíamos leído.
Nos sorprendió muchísimo la vida que tenía esta ciudad, tanta que en muchas ocasiones era difícil el tránsito por sus angostas callejuelas. Después de dar un breve paseo por el centro de Split y por su puerto, cenamos en un restaurante llamado Mano Artisanal Bakery Pizza Pasta: dos hamburguesas (la mía veggie), nachos para compartir y cervezas bien grandes por unos 16 euros por persona. ¡Nos gustó mucho! Con el estómago lleno y los pies cansados, nos dirigimos de nuevo al apartamento y dimos por finalizado nuestro primer día en Split.

Día 2 en Split – Palacio Diocleciano, la Riva y Obojena Beach
El segundo día en Split lo reservamos para conocer bien la ciudad. El centro es un monumento en sí mismo, ya que es el conocido Palacio Diocleciano fundado en el s. IV por el emperador que le da el nombre, que lo hizo construir para habitarlo una vez se retiró de su vida política. A día de hoy es uno de los palacios romanos que mejor se conservan, y su visita si estás en Split es obligatoria.

Para conocerlo, compramos la entrada completa al conjunto de la catedral: torre, catedral, baptisterio/Templo de Júpiter, tesoro y cripta. Nos costó unos 6 euros (45 kunas) y, en nuestra opinión, solo vale la pena subir al campanario y entrar en los sótanos. La catedral, la cripta y el baptisterio son pequeñas salas con poco que ver.

La galerías subterráneas del palacio fueron usadas en Juego de Tronos para ubicar diferentes espacios de Meereen, como la mazmorra en la que Daenerys encierra a sus dragones. Como grandes seguidores de las series, no faltó la ‘foto friki’, por supuesto.
Comimos en el apartamento, descansamos un rato y nos dispusimos a ir a la playa de Katsuni, una de las recomendaciones de la dueña del apartamento. No obstante, ese día había un recibimiento a algunos jugadores de la selección croata y cortaron el acceso de autobuses al centro de Split. Decidimos ir caminando a una playa más cercana, Obojena Beach, ¡todo un descubrimiento! A diferencia de casi todas las playas de Croacia, esta era bastante tranquila y pudimos disfrutar de un baño y un rato de lectura a orillas del Adriático.

A la vuelta practicamos el «a donde fueres, haz lo que vieres», y nos sumamos a la celebración del segundo puesto en el Mundial de fútbol de nuestros ya amigos croatas. Ellos tenían su canción para este acontecimiento y fueron tantas veces que la escuchamos, que ya la aprendimos y la cantamos con ellos. Después de unas cervezas y de disfrutar del increíble ambiente de la Riva, dimos un último paseo y fuimos a cenar y a descansar al apartamento, ya que al día siguiente tocaba madrugar.
Día 3 en Split – Isla de Brac. Zlatni Rat
El tercer día en Split lo dedicamos a visitar una de las playas más emblemáticas de Croacia: Zlatni Rat, conocido como «El cuerno de oro». Llegar desde Split lleva su tiempo, unas dos horas aproximadamente. Desde el puerto de Split cogimos unos de los primeros ferrys del día que hacía el trayecto Split – Supetar, y nos costó 33 kunas cada billete (y otras 33 kunas para la vuelta). El trayecto duró unos cincuenta minutos, que fueron agradables y se pasaron rápido. Cuando llegamos al puerto de Supetar, tuvimos que coger un autobús hasta Bol, que es donde se encuentra la famosa playa croata. La estación para coger el autobús está muy cerca, a tres minutos caminando y a la derecha. El viaje costó 50 kunas ida y vuelta por persona y duró otros 50 minutos en los que temimos por nuestra vida (jajaja) ya que el conductor era bastante arriesgado, hablaba por el móvil mientras conducía por carreteras con curvas cerradas y al borde de acantilados. Toda una experiencia.
Una vez en Bol tuvimos que caminar otros 20 minutos para llegar hasta el «cuerno» (ya era casi media mañana), y… no fue lo que esperábamos. A medida que nos acercábamos, el cuerno de oro iba perdiendo brillo. Estaba todo muy masificado, al ser una lengua en mitad del mar hacía un viento insoportable, estaba lleno de familias con niños gritones… Después de la odisea para llegar, extendimos nuestras toallas en las piedras y Adolfo y yo nos miramos con el mismo pensamiento «¿tanto para esto»? Os muestro una descripción gráfica de lo que esperábamos y lo que nos encontramos:



Evitamos estar justo en el cuerno y nos dirigimos a los lados y sí que se estaba bien: mucho más tranquilo y sin viento. Comimos nuestros tuppers saludables y unas cervezas frías y a media tarde regresamos a Split en el camino a la inversa. Cuando llegamos a Supetar tuvimos unos minutos para visitar esta localización, y pudimos disfrutar de unos burek deliciosos de espinacas con queso. ¡La aventura había valido la pena!
Día 4 en Split – Parque Nacional Krka
En nuestro penúltimo día en Split decidimos visitar el Parque Nacional Krka, ya que Plitvice estaba muy lejos y no queríamos perder tanto tiempo en el trayecto. Compramos el billete el día anterior en la estación de autobuses, aunque recomiendo hacerlo con mucha más antelación ya que los de las primeras horas del día estaban agotados y tuvimos que salir a media mañana.
Los billetes nos costaron unas 160 kunas y el bus nos dejó justo en la entrada del parque después de una hora y media de camino. Allí compramos las entradas al parque: 120 kunas cada uno con el carnet de estudiante, creo recordar que sin carnet costaba el doble. En el billete estaba incluido el trayecto en barco hasta las cascadas, ¡nos encantó! El paisaje es increíblemente precioso. Parecía que nos habíamos trasladado a las localizaciones de Jurassic Park en Costa Rica (salvando las distancias).


Después de unos 15 minutos en el barco, llegamos a la entrada a las cascadas y todo era impresionante. A pesar de que había mucha gente (como en todo nuestro viaje a Croacia), aún podía oírse el murmullo del agua de Skradinski Buk, la cascada central que nos dio la bienvenida. Buscamos un lugar donde poder sentarnos y comer el pequeño picnic que llevábamos preparado, reposamos unos minutos y nos dispusimos a recorrer el parque.
El impresionante color del agua, la vegetación y la fauna nos hicieron sentir en el paraíso. Paseamos durante un par de horas por las pasarelas de madera, hicimos muchísimas fotos y nos maravillamos del paisaje. Después, nos dimos un chapuzón en la cascada central, tomamos un café y dimos por finalizado el día en Krka, uno de los mejores de todo nuestro viaje a Croacia.
Día 5 en Split – Playa de Katsuni, Monte Marjan y despedida
Nuestro último día en Split queríamos tomarlo con calma. Ya veis que preferimos disfrutar bien de cada localización, tomar nuestro tiempo para charlar con una cerveza o un café y no hacerlo todo deprisa y corriendo con tal de ver el mayor número de lugares posibles.
No queríamos quedarnos con la espinita de haber visitado Katsuni Beach, así que cogimos el bus y pasamos la mañana disfrutando de la playa, ¡muy recomendable! Las vistas eran preciosas y estaba relativamente tranquila, en comparación con otras de Croacia. Como el chiringuito que había para comer no nos convencía, decidimos regresar al centro de Split para comer en un mexicano que tenía muy buena pinta.

La llegada se hizo de rogar, ¡no éramos capaces de encontrarlo! Tal fue la odisea, que tuve un pequeño accidente en la escalera principal del Palacio Diocleciano, que os conté en mi Instagram (@daliablog) y os partisteis de risa. Con tanto estrés, mapas y móviles en mano, chanclas y sumado a que yo no soy especialmente hábil, me resbalé con el pulido mármol blanco de las escaleras del palacio y bajé cuatro o cinco escalones con el culo ante la mirada de centenares de turistas. Imaginaros la vergüenza, el dolor y la bronca de mi señor, que se asustó por si me había hecho mucho daño. Después de este pequeño traspiés, encontramos el mexicano y nos pusimos las botas con unos burritos vegetarianos y nachos que bien valieron la pena mi caída.
Después de descansar un rato, subimos al Monte Marjan para ver el atardecer desde este punto de Split. Este pulmón verde tiene tres miradores panorámicos (nosotros subimos hasta el segundo), aunque el que realmente merece la pena es el primero. Puedes ver una impresionante vista de Split, su puerto y el mar y hacer unas fotos increíbles, es una visita muy recomendable.

Con mucha pena por despedirnos de Split, dimos una última vuelta por el Palacio Diocleciano y por la Riva, cenamos y nos prometimos volver a esta maravillosa ciudad. Al día siguiente teníamos que coger un ferry para regresar a Dubrovnik, donde pasaríamos la última noche para regresar a Sevilla al día siguiente.
¡Volveremos, Split!
Puedes ver aquí nuestras recomendaciones generales de Croacia. ¡Espero que os haya sido útil el post! Podéis dejarme vuestras impresiones de esta maravillosa ciudad en comentarios.
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